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Mercado Cannábico en Auge: ¿Victoria o Captura Capitalista?

En los últimos años, el mundo ha presenciado un giro histórico: el cannabis, durante décadas combatido y criminalizado, está siendo integrado a los sistemas legales y económicos de varios países. Lo que antes era considerado una infracción, hoy mueve miles de millones en inversiones, regulaciones e impuestos.

Pero ¿esta legalización creciente representa realmente una victoria para los movimientos antiprohibicionistas? ¿O estamos siendo testigos de una captura capitalista de una causa que nació como colectiva, popular y antisistémica?

En este artículo, exploramos ambos lados de la moneda —y por qué es importante mantener una visión crítica incluso ante los avances.

1. De la represión al mercado: un cambio de paradigma

La criminalización del cannabis ha afectado históricamente a poblaciones vulnerables, especialmente negras, latinas y empobrecidas. Miles de personas fueron encarceladas, vieron sus vidas arruinadas o sufrieron el estigma social y legal por consumir.

La legalización surge como una respuesta moderna a este problema —supuestamente ofreciendo mayor libertad individual, reducción del encarcelamiento y acceso seguro a productos regulados.

Pero ¿qué ocurre cuando esa legalización llega acompañada de una lógica puramente mercantil?

2. El boom económico y sus protagonistas

El mercado legal del cannabis está creciendo a pasos agigantados. Se estima que supere los 100 mil millones de dólares para 2030. Multinacionales, fondos de inversión, gigantes del agronegocio e incluso ex-políticos que antes impulsaban la guerra contra las drogas hoy se benefician económicamente de la planta.

¿El problema? La mayoría de estas ganancias están concentradas en manos de quienes nunca fueron criminalizados por cultivar, vender o consumir cannabis. Es decir, quienes ayer combatían la hierba, hoy la explotan con respaldo legal y capital financiero.

Mientras tanto, miles de personas siguen presas por delitos relacionados con el cannabis, especialmente en países donde el proceso de legalización es parcial o elitista.

3. ¿Inclusión o exclusión en el nuevo mercado?

Muchos gobiernos han anunciado programas de inclusión social en el mercado legal —como licencias exclusivas para pequeños cultivadores, amnistía para condenados por delitos leves y acceso a financiación.

Sin embargo, en la práctica, las barreras burocráticas, los altos costos de entrada y la influencia de grandes empresas impiden que pequeños productores y comunidades afectadas por la prohibición participen de manera justa en este nuevo escenario.

Esto plantea una pregunta central: ¿es realmente progreso una legalización sin reparación social?

4. La captura capitalista: cuando el mercado se traga la cultura

El capitalismo tiene una habilidad notable para absorber todo lo que lo desafía. Con el cannabis no fue diferente.

Lo que antes simbolizaba contracultura, resistencia, cuidado colectivo y medicina popular, hoy se presenta en productos premium, marketing gourmet y acciones en la bolsa.

El riesgo es vaciar el significado político de la legalización, convirtiéndola en un nicho de mercado más —como cualquier otro— ignorando su carga histórica, social y cultural.

5. España: un ejemplo ambiguo

En España, el modelo de los clubes sociales cannábicos surgió como una alternativa comunitaria a la prohibición. Cultivo compartido, no comercial, autogestión: todo parecía apuntar a un modelo diferente, más solidario y menos capitalista.

Sin embargo, la falta de regulación clara y el crecimiento del turismo cannábico han puesto presión sobre los clubes, y algunos se han alejado de su propuesta original, operando en la práctica como coffee shops encubiertos. Una vez más, el mercado amenaza con tragarse lo colectivo.

6. Caminos posibles: entre la crítica y la construcción

¿Es posible conciliar legalización con justicia social? Sí —pero eso exige regulaciones diseñadas con intención social, que prioricen:

  • Reparación histórica y descriminalización real
  • Participación de comunidades tradicionalmente excluidas
  • Apoyo a pequeños productores y cooperativas
  • Protección contra monopolios corporativos
  • Valoración del conocimiento ancestral y popular

Más que legalizar, es necesario reconstruir la relación con la planta de forma ética, accesible e inclusiva.

Conclusión: ¿legalización para quién?

Celebrar la legalización del cannabis es legítimo. Después de todo, representa el fin de una política fracasada y violenta. Pero es esencial preguntarse: ¿legalización para quién? ¿Quién está lucrando? ¿Quién quedó fuera? ¿Quién sigue siendo criminalizado?

El auge del mercado cannábico puede ser una victoria, pero solo si se construye con conciencia colectiva y justicia. De lo contrario, corre el riesgo de repetir las injusticias del pasado —ahora con envoltorio de lujo.

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